viernes, 8 de abril de 2011

Kitty

Kitty Genovese se arreglaba
se peinaba, se alistaba
para salir.
Dispuesta a pasar 
un día aburrido 
de esos que no tienen fin.

Sus vecinos la miraban,
murmuraban, se hablaban
de las locuras de la chica.
En el fondo
ellos sentían envidia 
por la manera en que vivía.

Alguien la esperaba,
la acechaba, aguardaba
junto a su puerta.
Cuando ella llegó,
esa noche terminó
su fugaz existencia.

Sus vecinos la miraban,
murmuraban, se hablaban
de la masacre.
Ninguno fue capaz
de hacer algo más
y a alguna autoridad avisarle.

Kitty Genovese agonizaba,
respiraba de manera entrecortada
su último aliento.
Fue en ese momento
cuando alguien pensó
en hacer algo al respecto.

Cuando ellos llegaron
a la escena del crimen
Kitty ya no respiraba.
En el aire quedó
la irresoluble cuestión
de por qué nadie hizo nada. 

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