martes, 28 de febrero de 2017

Nadie nos dijo

"So no one told you life was gonna be this way"
The Rembrandts.

> Nadie te dijo que esto iba a ser así, que tu juventud sería así.

> Nadie te dijo que tu generación estaría condenada a hablar de emigración en todo evento social.

> Nadie te dijo que tendrías que endurecer tu piel, tu corazón y tu alma, pues las despedidas se convertirían en parte de tu rutina.

> Nadie te dijo lo duro que es ver a familias enteras llorar en un aeropuerto por la partida de un familiar. Nadie te advirtió de las veces que verías esa escena.

> Nadie te dijo que debías estar preparado para las "despedidas" y su ambiente a velorio.

> Nadie te dijo que hablarías de tus amigos como si hubieran muerto, porque "él era el alma de la fiesta, pero ahora está en un lugar mejor, siendo feliz, alejado de los problemas de este mundo".

> Nadie te dijo lo difícil que era renunciar a tu país, aún viviendo en él.

> Nadie te dijo lo complicado que iba a ser huir del terror, porque lo llevas bajo la piel, porque te define.

> Nadie te dijo que debías prepararte para el día en que fueras el último de tus amigos en Venezuela.

> Nadie te asomó la posibilidad de que tus hijos no pudieran ver el columpio en el que jugabas de niño o la calle en la que aprendiste a manejar bicicleta o el sitio donde tus amigos se embriagaban siempre, porque muy probablemente tus hijos no crezcan en este país.

> Nadie te dijo que la distancia dolía tanto, a pesar de la tecnología.

> Nadie te dijo que debiste haber comprado dólares desde que tenías nueve años. Que debiste haber comprado dólares con la plata que te daba tu abuela, con el dinero que te dieron por tu primera comunión, con los billetes que te regaló tu padrino de confirmación al no saber exactamente qué regalarte.

> Nadie te dijo que sentirías rencor hacia tus padres por el hecho de que ninguno de ellos es europeo, argentino, chileno, colombiano, ecuatoriano; al carajo, que fueran de Nigeria, con tal de tener un pasaporte que te saque de acá.

> Nadie te dijo lo desgastante que es siquiera pensar en emigrar. 

> Nadie te dijo que serías un bicho raro por decidir quedarte en tu país y seguir creciendo acá.

> Nadie te dijo que, eventualmente, tendrías que abandonar tu identidad y crear una nueva más allá de tus fronteras.

> Nadie te dijo que la única posibilidad real de abandonar la casa de tus padres era abandonar también tu país. 

> Nadie te dijo que tendrías que mudarte a otro sitio donde no sabes si eres igual de inteligente, igual de gracioso, igual de deseado, igual de útil. 

> Nadie te dijo que trabajar en tu país sería un chiste.

> Nadie te advirtió de la mezcla de emociones cuando ves la primera foto de tus mejores amigos en otro país.

> Nadie te dijo que pertenecerías a una generación de juventud perdida.

> Nadie te dijo que tendrías que crecer tan rápido y morir tan lento.

> Nadie te dijo que esto sería así. Al contrario. Te vendieron un mundo ideal, donde estudiar y trabajar llevaban al éxito seguro, la independencia y la retribución por los años de esfuerzo.

> Nadie te dijo que eso se acabó.