Hola, Alejandro. Espero que estés en paz.
I
La primera vez que escuché de ti, ni siquiera escuché tu nombre. Supongo que es esa la mística que envuelve a los escritores, en especial a aquellos que brillan con una sola obra: el nombre de su libro se termina convirtiendo en el propio. Unas amigas de mi exnovia comentaban Pim Pam Pum (sí, con emes, no la versión punk original con enes; yo llegué tarde al asunto). Ellas hablaban de lo que significaba el libro para ellas, cuánto se identificaban con Luis, el protagonista. Me atraparon cuando comenzaron a hablar de una de sus frases clave: "me cago de la risa". Para ellas era la demostración total de la desidia, el desinterés, del abandono a sí mismo, de la falta de preocupación por las cosas negativas que pueden pasar a tu alrededor. Quedé fascinado.
II
Mi mejor amigo me dijo que tu libro era genial. Le comenté esta conversación que había escuchado y prácticamente me puso el libro en las manos inmediatamente. "Lo vas a leer súper rápido", me dijo. Para ese momento, había un eco extraño en las calles de Caracas. Todo parecía sonar a tu libro. Había un ruido raro. Sonaban referencias a un tal "Blue Label/Etiqueta Azul". En una fiesta, una compañera me contó todo el libro. Me pareció interesante, pero sonso. Aún no lo he leído. Él y yo teníamos una banda. Me había encomendado la tarea de escribir las canciones, aunque de vez en cuando se atrevía él mismo a componer. Escribió algo llamado "Pim Pam Pum", su interpretación de tu novela. Siempre me encantó esa letra.
Mi amigo me vendió tu obra como "una historia de amor punk de la Caracas de los 90s". Creo que algo así decía la contraportada. Yo quería conocer Caracas, pero sin salir mucho. Necesitaba un viaje en el tiempo. Quería recorrer esas calles que están ahí pero que no son las mismas. Quería vivir una jueventud desenfrenada sin necesidad de experimentar nada peligroso. Tu libro fue para mí ese escape, esa guía, esa experiencia extrema.
Mi amigo y su novia, para su tesis de grado, hicieron una adaptación de tu libro, ¿sabes? Creo que intentaron contactarte, no recuerdo muy bien. Lo cierto es que nadie sabía de ti. O al menos (según me imaginación) nadie que no te importara. No sé si a tus amigos y/o familiares los mantenías al tanto de tus andanzas. Para mí, eso aumentaba tu mística. Mis amigos intentaron comprar varios ejemplares de tu libro. No había más y la gente de la editorial no podía contactarte para reeditarlo. Maestrazo. Así deberían ser los escritores. Libres.
III
Disfruté cada página, cada escena, cada frase. Intenté reproducir tu estilo muchas veces. A veces a propósito, a veces no. Tu forma de escribir quedó tatuada en mi cerebro. Solo he leído el libro una vez, pero tengo escenas muy claras aún. Tengo personajes muy frescos todavía. Al día de hoy me repito "lampituviran" cuando estoy muy ansioso. Todavía le digo a mi mejor amigo "que no sea marico nadie" cuando hablamos de algo que queremos hacer. Aún me digo "me cago de la risa" cuando me pasa algo terrible.
Quise ser Luis. Quise ser Caimán. Quise ser Chicharra. Quise ser el loco de Laudvan. Quería sus vidas y la ciudad que vivieron, aunque fue un desastre. Quería sus vidas aunque hubiesen sido cortas. Quería ser un personaje tuyo, aunque fueran tan sufridos. Pim Pam Pum es de esos libros que dices "ojalá lo hubiese escrito yo". Marcaste mi vida como escritor. Gracias por eso.
IV
Hace poco pensaba en tu libro. Pensaba justo en la escena en la que mandan el fax con la carta diciendo que Ana Patricia está secuestrada y nadie en el periódico lo recibe. Me pareció genial. Me pareció el epítome de la desidia y de la inocuidad de las causas. Hace poco hablaba de ti con uno de mis profes de la universidad. "Yo lo conocí. Era un loquito", me dijo el profe Llorens, con una sonrisa divertida en la cara.
No sabía que me importabas tanto hasta que leí sobre tu muerte. Lloré un poquito. Le escribí a mi mejor amigo. Sé que le afectó también, no sé si lloró. Salió corriendo al internet y recopiló tus Poemas del Distroy para que todos los tuviéramos. ¿Qué mayor homenaje?
Una vez una chama dijo algo como "A la mierda Cayayo. El verdadero ícono rock de Venezuela se llama Alejandro Rebolledo". Suscribo totalmente... y me cago de la risa. Nos vemos algún día, Alejandro. O no. La verdad creo que no te puede importar menos... o capaz sí. No tengo ni idea. Un abrazo enorme.
Gracias. Que no sea marico nadie.
César.
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