Tuve un pensamiento feliz. Aún revoloteaban a mi alrededor algunos fantasmas del cigarrillo que acababa de fumar. Me imaginé casado y feliz. Cansado, pero feliz. Viviendo con poco, pero feliz. Con cuatro niñas hermosas, con nombres hippies (Alegría, Esperanza, Paz, Armonía), todas felices. Me imaginé con una esposa colorida y comprensiva, siempre feliz. Vivíamos en un apartamento de tres habitaciones, una de ellas una biblioteca. En el cuarto de las niñas un mural enorme de un reloj marcando siempre las 3:45. A pesar de todo, era feliz.
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