La mañana siguiente,
todo lo que había sucedido en casa de Esteban se veía como un recuerdo borroso,
como un sueño mal recordado, pero igual seguía sintiéndome extraño. Empecé a
notar diferencias tan pronto me senté en mi cama y empecé a despertarme poco a
poco. En mi mente había una confusión bastante particular. Mis recuerdos
luchaban contra unos recuerdos ajenos por la prevalencia en mi memoria; era muy
raro y muy difícil de creer, pero podía acceder con facilidad a los recuerdos
más preciados de Esteban Valdivieso.
Obviamente, al tener
sus recuerdos, me di cuenta de que también tendría algunas de sus habilidades,
como hacer aros con el humo del cigarrillo, recitar el abecedario eructando o
expulsar espaguetis por la nariz. Todas habilidades inservibles, pero que le
servían a Esteban para entretener a la gente en las reuniones. No sabía si
sentirme bien o mal por poder hacer todas esas peripecias.
Pero esto no era tan
provechoso como podría parecer a simple vista. En principio, tener los
recuerdos y habilidades de alguien más puede ser una ventaja, pero para mí, que
no estaba acostumbrado a esto de cambiar almas, resultaba todo lo contrario. La
sensación de incomodidad aún se mantenía y me afectaba en todo aspecto. Era
como si no supiera utilizar mi propio cuerpo. Me tropezaba con todo, no sabía
cómo vestirme. Los olores en mi propia casa me causaban náuseas y me era muy
difícil distinguir las voces de mi familia. Era como si no fuera Esteban, pero
tampoco fuera yo mismo. Estaba en un limbo identitario causado por el
intercambio de almas.
Al salir a la calle,
inmediatamente pude entender a qué hacía referencia Esteban cuando hablaba de
asuntos que eran incompatibles con su alma. Aparentemente el alma de Esteban
Valdivieso era bastante delicada y se resistía a muchas cosas. Era como estar
enfermo del estómago y que todo el mundo te generara náuseas y malestar.
Cuando iba saliendo de
la casa, mi mamá se acercó a darme un beso y pude sentir cómo desde mi pecho se
generaba un sentimiento. Me vinieron unas ganas horribles de apartarla y
gritarle que no me estuviera acercando sus labios babosos y llenos de nicotina
a la cara otra vez. Pero pude calmarme, aguantarme y salir a la calle a probar
qué otras cosas no podía hacer el alma de Esteban.
Básicamente todas las
vitrinas de comidas estaban en conflicto con el alma de Esteban. Nada le
producía el mínimo interés culinario. Solo un mercadillo que vendía puras
verduras “artesanales” y unos batidos extraños que eran todos iguales pero con
etiquetas que marcaban nombres y precios distintos.
Toda la ropa que veía
por la calle me parecía fea, desactualizada o demasiado actualizada; nada
parecía atinar. Excepto la ropa que estaba en el pequeño mercado de las moscas
a unas cuadras de mi casa. Todo eso era genial para el alma de Esteban. Incluso
terminé comprando unas camisas de satén simplemente porque no pude contener el
impulso del alma de mi amigo.
Al alma de Esteban
también parecía que le gustaba sacar cosas de los bolsillos y las carteras de
la gente. Más de una vez sorprendí a mi propia mano moviéndose sospechosamente
hacia las pertenencias de alguien más, a punto de robarse un celular, una cámara
o una caja de cigarros. Esa era una maña de Esteban que no quería conocer;
ahora iba a tener que estar pendiente todo el tiempo cuando ese pana estuviera
cerca.
Otro problema con el
alma de Esteban era su afán por caerle a cualquier cosa con cabello largo y
falda. Chama que pasaba, chama a la que el alma de Esteban me impulsaba a
decirle algo. Lo gracioso es que el alma de esteban era ingeniosa e inventaba
los piropos más alocados de toda la ciudad, pero las muchachas volteaban y se
reían pícaramente. Con razón ese carajo cuadraba tanto. Tenía talento para la
cuestión.
Así me fui dando cuenta
de lo complicado que es el alma de la persona, de lo enredado que es intentar
ser alguien más. Así me fui dando cuenta de que la esencia de alguien es suya y
de nadie más y que es muy difícil intentar compartirla o, peor aún, entenderla.
Con esa experiencia tan extraña que tuve entendí que el alma debería ser un
documento intransferible.
[Esto fue un mateo.com. Peace]
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